¿Cómo usaron sus días de encierro VIktor Frankl, Mandela, Cervantes, Shakespeare, Solzhenitsy, Sor Juana Inés o San Juan de la Cruz? Tras dos semanas de cuarentena, Mauricio necesitaba modelos de entereza, vivos, muertos o de ficción. Seres humanos capaces de vivir con dignidad en un zulo sin wifi, Netflix o papel higiénico. Sus coetáneos no le servían. Lo supo ante la avalancha de memes quejumbrosos que daban fe de la altitud filosófica de los tiempos. Así que se zambulló de cabeza en la literatura de presidiarios, estoicos, existencialistas y místicos.
Empezó por Viktor Frankl, y sus 3 años en Auschwitz, Dachau, donde a sus padres, esposa, hermano y cuñada en las cámaras de gas. Allí miles de hombres emanciados pasaban el día con un mendrugo y un plato del agua sucia. Dormían nueve o diez de costado sobre literas mugrientas, se ataban los zapatos. Frankl observó en otros y en sí mismo las estrategias de supervivencia psicológica. Que sujetos a las mismas condiciones, había santos e hijos de puta entre los propios presos, y que a sobrevivir son los hijos de puta. Que las artes no desaparecen en las más atroces, e incluso son de supervivencia física, un preso italiano que ganaba un plato extra de sopa cantando arias de Verdi encaramado a un barril. Que el humo. Y por encima de todo, que el suicidio, o de empujar un día aquellos , La pregunta de Frankl, a sus ¿Por qué no te suicidas? Que la voluntad de vivir en los presos capaces de dar sentido a su sufrimiento, algo a que agarrarse: un hijo, una mujer que les espera, o en su caso, llevar sus al mundo. Con Frankl, Mauricio pudo poner nombre a su propio malestar: “neurosis noogénica”. Mauricio era un neurótico noogénico, un hombre que por exceso de ruminación, por su empeño en ver el gusano en todo, había fracasado en su busca de sentido. “El neurótico que aprende a reirse de sí mismo puede estar en el camino de gobernarse a sí mismo, tal vez de curarse”. Gracias a Viktor Frankl, Mauricio retomó su blog de auto-análisis satírico.
Luego Alexandr Solzhenitsy. 8 años en el Gulag estalinista. Nuevamente, la capacidad. A los presos del GUlag les estaba prohibido escribir y hasta recordar. Escribió minúsculos pesados de papel. Un rosario SOlzeni fue capaz de memorizar los 12.000 versos de sus Noches Prusianas.
San Juan de la Cruz no podía. La Noche Oscura del Alma. Se iluminó, “Aunque es de Noche”, para que siglos más tarde lo cantaran Morente y Rosalía. Shakespeare, En la gran peste que asoló Londres de 1606 Cervantes. Mucha más:
Hubo monjas que maullaban y mordían, que acusó de licántropas, como en Jülich. Otras se encerraron de buen grado para que las dejaran estudiar. «Si porque estoy encerrada/ me tienes por impedida,/ para estos impedimentos/ tiene el afecto sus limas./ Para el alma no hay encierro/ ni prisiones que la impidan,/ porque solo la aprisionan/ las que se forma ella misma». Su confesor jesuita Antonio Núñez de Miranda.
Viajeros inmóviles, Hurgando, buscando más presidiarios, hay muchas: Encerrados en manicomios, conventos, cuerpos tetrapléjicos. Cárceles de todos los regímenes.
Las cuarentenas las carga el diablo. Viaje inmóvil. LAs fases. LAs emociones.