En esta encrucijada histórica, en esta hora de la verdad, Mauricio se encontró en el papel de mirón inane, con la impotencia larvaria de un siervo de la gleba.
El España, la demencia. Las Comundiades Autónomas, cada una de su padre y de su made, PP o del PSOE, de los nacionalistas periféricos o de las carcundias centralistas… Todas,. Madrid, la señora Ayuso la mascarilla obligatoria. Cayó Madrid. Ahora, había que andar con ese trapo infectado de estreptococos hasta para cagar solo en mitad del bosque. Y esos viejos con sus FPP5 y perfil de Pato Donald. Sacrifincandose. Además, ordenado te pedíanel DNI en los bares y restaurantes. Y si cualquiera de los allí rpesentes daba positivo en un test PCR, los “rastreadores” contactarían a todos los clientes del bar para encerrarlos en sus casas. Una cartilla serológica. Un pasaporte de. Orwell.
Por la scalles, un desprecio a los que. Pero el era despreciable, pensaba.
PEnsaba, cuando la primer frente de, se haan. Es cuestion de días o semanas los efectos adversos, que crisis epilépticas, parálisis de miembros, catalepsia, catatonia. En ese momento, esperaba. Padres mandando a sus hijos al matadero. Sin empadronamiento, sin domicilio conocido, sin hijos a escolariza, sin propiedad a declarar, Era un perfecto deshecho social, sobrevicir. Aunque de qué sservía ahora sobreviir, de qué queria sobrevivir. Por qué… Pero no era tanto eso. No era miedo a la muerte. Siempre la había llamado. Era miedo a la ratonera. A la esclavitud mental. A caer en la ratonera. A.
El se veía como Casandra de Troya, profetizando en oidos sordos. Dandose de cabezazos contra un muro.
¿Pero de verdad soy tan impotente? Se preguntó. si sobrevivimos, será Intrahistoria.
A ver, despotricar en los comentarios de Youtube, detrás de cinco pseudónimos, que de paso amenazaban con complicar su bipolaridad con un cuadro de personalidad multiple. Numerosos Youtubers canales épicos. Cantos de cisne de una atroz censura. Si me atrevería. Pero tardo mucho en ecribir un gui´´on. Y qué. Pero y si me ve Ana María. Y si me ve Jose Luis. Y si me ven Lida, Anselmo, Juan, Miguelín. Y si me ven. Todos son votantes de Podemos. Las zascas al coleta Morada. Perder amistades. ¿Estás dispuesto? Ay, pero es que mi calva, mi parálisis escénica, mi cara de nerdo que no es dueño de su cuerpo, de sus músculos orbiculares, y esa forma que tiene de odiarme la cámara…
Pero en este país de facciosos. Los de la banderita. Los del Duque de Alba. Los incondicionales del Emérito.
Poco a poco, en este país escarchado de cobardes, donde antaño hubo guerreros de pelo en pecho, del Empecinados y Pepa la Loba y María Pita… Agustina de Aragón y motines de Esquilache y levantamientos del 2 de mayo… Médicos, médicos que dan un paso al frente. Abogados que combaten con, para constatar la podredumbre de los Altos Tribunales, que el Derecho ya no sirve para nada. Periodistas. Ciudadanos.
¿Y él?
El seguía siendo Mauricio. El cobarde. El capón. Pero es que a todo le veía el gusano, no encontraba su lugar entre la turba de frikis, porque él era un friki sui géneris. Tampoco en su encebollados, cuñados.
Pasaba las horas enviando. Y solo enviaba al grupo de convencidos. Si salía del. BUfidos, graznidos, rebuznos de su familia. “No me mandes más de esto, quiero”. “Cuando llegue el momento, ya veré lo que hago”. El, sin voz. Su vehemencia causa fatiga en quien le escuchaba.
Vio que en Zaragoza preparaban pabellones para asintomáticos. Gente que diera positivo en los tests. Orwelliano.
Había hecho ya las maletas. Esa es la ventaja de estar solo. Soltero. Sin una camada de lechones que arrastrar de un lado a otro.
Tenía terror de que impusieran un. de que. La inseguridad jurídica era absoluta.
Pero entonce por un momeno el pavor se tornó en absoluta serenidad. Recordó de pequeño adentrarse en la oscuridad. Subir a oscuras las escaleras del edificio. Por qué no dejarse atrapar. Qué mas da. De qué tienes miedo. Jeringuillas de ácido mórfico. Fiestas de asintomáticos. Orgías de asintomáticos. Por qué no.
Entonces todo le dio igual.